INTRODUCCIÓN
El
particularismo histórico y el relativismo cultural surgieron teóricamente hacia
principios del siglo XX, pero encontraron un suelo fértil donde crecer hacia
mediados de ese mismo siglo, con los movimientos totalitarios que pretendían imponer
su propia visión sobre el mundo entero, pregonando la superioridad racial de
sus miembros con la que justificaban su búsqueda de la subordinación de los
demás pueblos ante ellos.
Posteriormente
encontró un nuevo impulso en los movimientos sociales de finales de la década
de 1960. El argumento base es que la
superioridad cultural no tiene base científica alguna, que todos vivimos en
este planeta y para compartirlo en la mejor manera posible, preferentemente hay
que ponernos de acuerdo y tolerar y respetar a los demás por lo que son,
respeto que debe extenderse no solo a quien pertenece a una cultura diferente,
sino hacia los propios miembros del grupo, con lo que desaparecerían algunas de
las objeciones que se han presentado frente a estas teorías y que pueden
utilizarse para la justificación de la violación de los derechos humanos
básicos arguyendo el respeto a la cultura, olvidando la extensión de tal
deferencia hacia los propios y no solo a aquellos que representan la alteridad.
En
la actualidad, los procesos globalizadores no deberían tomarse como una
amenaza, pues aunque tienden a estandarizarse procesos y normas de convivencia
general, el respeto a la diversidad no tiene porqué alterarse considerar la
imposición etnocentrista de una cultura homologadora, sino el conocimiento y
reconocimiento del otro como influencia enriquecedora de ese mosaico multicolor
que representan todas las culturas que conforman este planeta habitado.
ANTECEDENTES
La
UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la
Cultura) es la que actualmente enarbola la bandera de la protección a la
diversidad cultural y el diálogo intercultural, que coincide con el surgimiento
de la conciencia hacia la diversidad cultural ya que su constitución se puede
trazar hasta 1945, emerge como resultado del conflicto bélico armamentista
conocido como la “Segunda Guerra Mundial”.
Movimientos
tales como el fascismo y el nazismo, empleaban teorías eugenésicas pregonando
la superioridad de la “raza aria” para justificar el genocidio ejercido contra
los Judíos, los Gitanos e incluso sobre aquellos que no llenaban las
características por padecer alguna enfermedad congénita o tener alguna
discapacidad física. La reacción mundial
a esto fue la aparición de movimientos en apoyo a la tolerancia a la diversidad,
no solo étnica, sino también sexual y en otras categorías. A nivel de los organismos mundiales es que se
forma la UNESCO, como se mencionó previamente.
Los movimientos sociales de la década de 1960 reavivaron el interés por
la diversidad.
Como
dato anexo se puede mencionar que recientemente pasó el día mundial de la
diversidad cultural para el diálogo y el desarrollo, que se celebra el 21 de
mayo, instaurado en el año 2001, como resultado de la firma de la Declaración
Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural en ese mismo año. En esta declaración se pone especial énfasis
en la necesidad de que los gobiernos dispongan de un marco normativo para
promover la diversidad cultural mediante el establecimiento de derechos y
obligaciones, así como de programas que fomenten la comunicación, exhibición y
difusión de materiales de contenido cultural, sin tratarlos como productos o
bienes de consumo; y que además deben considerar cierta flexibilidad que permita la adaptación a los procesos de
globalización, a la vez que promueve y preserva esta diversidad existente.[1]
TESIS QUE SUSTENTAN LA
DIVERSIDAD CULTURAL
La
diversidad cultural no es un concepto simplemente de raza incluye a las
lenguas, los sistemas educativos, las maneras de comunicarse, la forma de
organizar la economía local y de generar redes tanto comerciales como sociales
al interior y con otros pueblos.[2]
El relativismo
cultural, base y sustento de la diversidad cultural, y encabezado por Franz
Boas en la escuela americana de la Antropología Cultural, no acepta la validez
de los universales generados a partir del estudio de unos pocos casos y que las
relaciones y costumbres que rigen a cada cultura no pueden ser asimiladas a un
patrón único, pues son tan, o más variadas incluso, que la misma diversidad
humana. “Cada cultura sólo puede
entenderse en sus propios términos, por lo que se rechaza la búsqueda de leyes
globales de desarrollo cultural”[3].
Para
entender una cultura es necesario estudiar cada uno de sus aspectos: la
tecnología, economía doméstica, organización familiar y política, prácticas
religiosas, actitudes y formas de pensar, con las cuales se puede reconstruir
las características esenciales de la misma, sin llegar a generalizar por
completo, pues para sustentar afirmaciones generales sería necesario describir
“toda la cultura de un pueblo”, pretensión demasiado amplia como para poder
llegar a cumplirla.[4]
Boas
propugnaba por una visión integrar no solo de todos los aspectos de la cultura
sino también por el estudio multidisciplinario que incluyera la geografía, la
antropología física, la lingüística y cualquier otra ciencia que pudiera
auxiliar en la comprensión de la complejidad del fenómeno cultural que
representaba cada caso en particular, recordando que cada cultura es única,
producto de condiciones exclusivas.[5]
“Si aceptamos que no hay una jerarquía entre
las culturas estaremos postulando el principio ético que considera que todas
las culturas son igualmente dignas y merecedoras de respeto”.[6] Para comprender a una
cultura diferente debe buscar la interpretación de sus manifestaciones no
vistas desde la perspectiva propia, desde nuestros criterios culturales, sino
desde la significación del punto de vista del grupo que se pretende conocer, si
bien no se puede dejar de lado el quiénes somos, si debemos moderar el
etnocentrismo que nos lleva a incluir nuestro punto de vista como el dominante
en la interpretación, como bien lo deja claro Ruth Benedict en su libro “El
Cristantemo y la Espada” en su crítica a quienes pretenden ver a todo el mundo
como igual y uniforme:
“La
tarea de interpretar la visión propia de otra cultura requiere cierta dureza y
a la vez cierta generosidad. Requiere
una dureza que la gente de buena voluntad habrá condenado en ocasiones. Estos defensores de un “mundo uniforme” que
trata de convencer al mundo entero de que las diferencias entre Oriente y
Occidente, blancos y negros, cristianos y mahometanos, son superficiales y que
todos los seres humanos tienen una mentalidad similar y aluden a una
“fraternidad humana”. Los japoneses
tienen su propia versión sobre cómo entender la vida y los americanos tienen la
suya. Da la impresión de que los
pensadores “bondadosos” solo pueden basar su doctrina de buena voluntad en un
mundo compuesto de pueblos que no son sino una reproducción del mismo negativo… Los “duros” se alegran de que existan
diferencias y las respetan. Su objetivo
es un mundo en el cual puedan existir las diferencias.”[7]
Siguiendo en las
ideas de esta autora, la diversidad cultural no supone un mundo estático, sino
que al mantener solidas las propias características, la personalidad se afirma con la adaptación
racional de las normas y actitudes nacionales en un respeto hacia los demás.[8]
El
estudio comparativo entre culturas tampoco sería factible cuando los
“investigadores” se colocan en una postura defensiva en la que consideran su
propia forma de vida como “la única solución posible”.[9] Ya que el conocimiento de otras alternativas
de vida es la base para reafirmar la propia de tal manera que esta no se acepte
solo porque “así debe ser”, sino porque logremos apreciar verdaderamente la
trascendencia de la propia ideología y aceptarla a conciencia o modificar
aquellas actitudes y significaciones que, tras un estudio racional, encontramos
pudieran ser de mayor utilidad orientadas de otra manera.
PLURICULTURALIDAD, INTERCULTURALIDAD, MULTICULTURALIDAD, ¿QUÉ
SIGNIFICAN?
La
pluriculturalidad se forma a través de los contactos entre distintos grupos
humanos que aportan distintos modos de pensar, sentir y actuar; a partir de los
cuales se produce el mestizaje cultural y la hibridación cultural[10], obteniendo como
resultado la síntesis de características en una nueva “cultura”.
La interculturalidad
puede entenderse como una relación de respeto entre culturas diferentes e
implica interacción entre los grupos humanos,[11] donde se concibe que
ningún grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo así la concivencia
y tolerancia entre culturas. Si se
presentan conflictos, estos deben resolverse mediante el diálogo y la concertación
respetuosos aceptando las diferencias y no queriendo imponer la visión de la
vida de un grupo por sobre la del otro.
No se trata solo de miembros de diferentes naciones, también entre
grupos de edad, de género, de solvencia económica, de personas con diferentes
ideologías y filosofías, etc.[12]
El
término multiculturalidad puede designar diferentes cosas, por ejemplo, la
coexistencia de diferentes culturas dentro de una misma entidad política
territorial, o bien, puede designar al conjunto de políticas públicas en reacción
frente a la tendencia a la uniformización en estos tiempos de globalización,
tomando con este marco normativo una postura antiasimilacionista del pluralismo
cultural dentro de una organización social, o también se puede aplicar el
término de multicultural a una sociedad, cuando en ella conviven grupos
portadores de diversas culturas, que profesan distintas religiones o que hablan
diversas lenguas. El multiculturalismo es también una teoría que busca
comprender los fundamentos culturales de cada nación que se caracterice por una
gran diversidad cultural.[13]
CONTEXTO ACTUAL
En
el marco de la globalización, resurge con cada vez más fuerza el tema de la
diversidad cultural como una “fuerza motriz del desarrollo, no sólo en lo que
respecta al crecimiento económico, sino como medio de tener una vida
intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora … componente
indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta del desarrollo
sostenible”[14]
Hoy
día no existen sociedades que puedan sustraerse de la dinámica de la
interculturalidad, pues la migración y creación de nuevos asentamientos por
privaciones económicas, conflictos bélicos, inseguridad y falta de
oportunidades, es común a nivel global.
Esta situación acarrea problemas de confrontación entre culturas
llegando en muchas ocasiones a clasificarlas como: dominantes y dominadas,
indígenas y mestizas, problemas comunes en América Latina, aunque también
existen varios países europeos y africanos con problemas interétnicos, que han
llegado incluso al genocidio (recordar a los Tutsi, llevados casi al exterminio
por los Hutu en Rwanda en 1994).[15]
En medio de la
construcción de esa “aldea global”, la interculturalidad tiene fuertes retos en
lo que se refiere a la integración de los pueblos indígenas, que son portadores
de una historia milenaria y que no están tan aislados como muchas veces
llegamos a pensar, pues ahora afirman y reclaman su derecho a la autonomía y a
ser parte activa de las naciones de las que forman parte, generando con ello
nuevas dimensiones a considerar.[16]
LÍMITES Y EXCESOS
Si
se lleva el particularismo histórico hasta el extremo, se corre el riesgo de
justificar la violación de los derechos humanos bajo la premisa del respeto a
las diferencias culturales, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos valores
y actitudes, tales como los roles de género, desigualdades sociales y normas de
facto, obedecen a un condicionamiento cultural.[17]
Desde
esta perspectiva extremista se podría justificar la muerte por lapidación de
una mujer al haber sido violada o siquiera por dudarse de su honorabilidad bajo
la normatividad musulmana de los países árabes.
Se podría también justificar la matanza Tutsi por parte de la etnia
gobernante Hutu. La discriminación de la
mujer y su consideración como objeto por incontables grupos humanos, la
pederastia e incluso la esclavitud en otros más, también se justificarían al
tomar la teoría de manera limítrofemente literal, convirtiendo al relativismo
cultural en algo incompatible con la declaración de los Derechos Humanos
Universales.
Pero
con todo esto estaríamos dejando de lado el respeto, no solo hacia el otro,
sino hacia los grupos internos de quien pretende justificarlo, el respeto a las
costumbres del otro deben considerar la sensibilidad de aquel con quien se
convive.
CONSIDERACIONES CRÍTICAS
Teniendo
en cuenta que México ocupa el 8º lugar mundial entre los países con mayor
cantidad de pueblos indígenas que se componen por un 10% aproximado de la
población e integrada por una variada gama de pueblos indígenas que cuentan con
características culturales definitorias propias y una historia particular
milenaria y que en ellos e hablan casi
100 lenguas y variantes; las políticas sociales y económicas destinadas a estos
grupos no parecen proporcionales a su importancia.
En
México, quienes han resultado sumamente desfavorecidos en las relaciones
jerarquizadas interculturales han sido las comunidades indígenas, privando en
ello principalmente una falta de comunicación comprometida y de voluntad
democrática que pretenda verdaderamente su reconocimiento como parte del país,
respetando su cosmovisión y generando las condiciones para un intercambio en
equidad con el resto de la sociedad, y no solo pretender tomarlos en cuenta
cuando media en ello un interés electorero.
Al
reconocer la importancia de la diversidad cultural podemos llegar a un mejor
diálogo entre civilizaciones y culturas y mejorar el respeto y la comprensión
mutua, entre nosotros y los otros entendiendo que somos diferentes, pero que
esas diferencias no nos hacen más o menos merecedores de habitar este planeta y
que con ello aprendamos a “vivir mejor juntos”[18].
Para
aceptar a una cultura diferente hace falta, aparte de la disposición para conocerla
a profundidad, el respeto y el estar abierto a aprender de ella, el favorecer
la interacción mutua entre mayorías y minorías culturales que comparten una
misma delimitación espacial en la búsqueda de un proceso afable intercultural
que no busque anular al otro e imponer la propia ideología, sino observar una
conducta que permita la supervivencia de las características definitorias de
uno y otro, propiciando así la hibridación y el mestizaje cultural sin que se
tienda a la homologación de todas las características culturales.
BIBLIOGRAFÍA
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http://www.unesco.org/new/es/culture/themes/dialogue/21-may-world-day-for-cultural-diversity/
v Alcaman, E., & Días Polanco, H. e. (2002). Interculturalidad,
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Editores.
v Alcina, M. (2003). La Comunicación Intercultural.
Barcelona: Antropos.
v Benedict, R. (2005 (1946)). El Crisantemo y la Espada.
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Tejera Gaona, H. (1999). La
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v The Unesco World Report on Cultural
Diversity. (s.f.). Recuperado el 24 de Mayo de 2011, de
http://www.unesco.org/new/es/culture/resources/report/the-unesco-world-report-on-cultural-diversity/#c160388
[3] (Tejera Gaona, 1999) , P.26
[4] (Tejera Gaona, 1999) , pag. 27
[5] (Tejera Gaona, 1999) , pag. 28
[6] (Interculturalidad, definición del concepto)
[7] (Benedict, 2005 (1946))
[8] (Benedict, 2005 (1946))
[9] (Benedict, 2005 (1946))
[11] (Interculturalidad, definición del concepto)
[12] (Alcina, 2003)
[13] (Kymlicka, 1996)
[15] (Alcaman & Días Polanco, 2002)
[16] (Alcaman & Días Polanco, 2002)
[17] (Tejera Gaona, 1999) , p. 27, 32-33.
La interculturalidad un pretexto que oculta una relacion de dominacion.un consuelo para los "otros" de occidente: Quién interpreta? reconoce? quien dialoga?Tilerancia, integración.
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